domingo, 23 de febrero de 2014



PEQUEÑA PRINCESITA
Buff…
-¡Mama!
-¿Qué quieres?
-¿Está todo preparado?
-¡Sii!
-¡Vale!
Va a ser el peor verano de mi vida, lo presiento, pero ahora debería centrarme en el viaje de estudios que me espera en Londres, aunque con una persona que pasé los mejores años de mi vida y todo se jodió por una chica que tonteó con el… no merece la pena seguir pensando en ello, bueno pues en ese intento desesperado de volver a conquistarme como si nada hubiese pasado pidió que nos pusieran en la misma habitación.
-Vamos, acéptalo todavía te gusto, lo sé.
-Eres un maldito creído, rico, tu lo jodiste no intentes arreglarlo con las primeras idioteces que se te pasen por la cabeza.
-¡Ehh! Eso ha dolido, pero perdona, no vas a encontrar otro yo por ahí suelto deseando de estar contigo.
-Bah paso de ti…- dije sin mirarlo a la cara, y seguí andando.
-No puedes, vas conmigo en la habitación.-Sonrió, pícaro.-eso es tentador.
Me giré, le miré a sus preciosos ojos azules y le pegué un manotazo.-¡Guarro!-segó andando ahora a paso rápido.
-No te pases gata furiosa, todo sabemos que va a ocurrir algo más en ese hotel que solo la habitación va a presenciar.
-Será tu muerte.-Dije levantando un poco la voz.
-Shh no grites, que nos mira todo el mundo.
Esta vez me paré en seco y me giré para mirarle.-¿Sabes? Ya me arruinaste la vida, he perdido mucho tiempo en ti, pero este viaje no me lo estropeas.
-Viaje con destino a Londres en cinco minutos será el embarque.
Me di la vuelta y empecé a andar. Qué más quisiera él ser todo lo que cree ser, puse cara de asco y aceleré. Por su culpa llego tarde, es que porqué le tienes que hacer caso Kaeline, a lo lejos se divisa la gran cola en la que muchos chicos empiezan ya a desesperarse.
Me acerqué y me puse en la fila. Un profesor pasó contando a las personas de la cola.
-Kaeline, ¿y Alexsandro?
56444t98-Ni lo sé ni me importa.- Dije frunciendo el ceño.
-Kaeline, ve a buscarlo.
-¡No profesor!
-Kaeline, o vas a buscarlo o te quedas sin viaje.
-Pues me quedo sin viaje.
-A ver Kaeline.-Dice con naturalidad.-Alex no está aquí, y tu eres su compañera de habitación, así que tienes que ir a por él.
Resoplé, asco ¿Porqué? Yo no quiero ser su compañera, bah ya no hay manera de arreglarlo.
-¿Puedo dejar aquí la maleta?
-Si, claro.
Resoplé otra vez.
Eché a andar y al girar la esquina, sorpresa.
-¡Vamos! ¿Qué haces ahí parado?
-No.
-¿Qué?
-Que no me voy.
-¿Ahora qué pasa?
-Dame un beso.
 -¿Qué?¡No!
-¿Por qué?
-Me estas sacando de quicio.
-Estoy intentando arreglarlo.
-Pues ese no es el modo.
-Ya, pero quiero un beso.
Me acerqué a su mejilla y antes de poder dárselo, giró la cabeza y me plantó un beso en la boca. Me separé rápidamente.
-¿¡Que haces!?
-Darte un beso.
-¡¡Pero tu estás loco!!
-Por ti.
-Ohh que bonito señor cursi.
Sonrió.
-Ya tienes ese beso, vamos.
-Ya te he dicho muchas veces que no grites que nos mira todo el mundo.
-Vale señor alexandro. ¿Podemos irnos ya?
-Mmm, no.
-¡¡Joder!!¿Ahora qué pasa?
-Que se me ha perdido la maleta.
-La tienes ahí.
-No, esta es la de la ropa.
-Entonces, ¿La otra de qué era?
-Tengo dos.
-Vale, vamos con el profesor,  posiblemente él la tenga.-Dije intentando aparentar calma-
Torció un poco el gesto.
-Dame otro beso.
Me acerqué a él y le di un beso.
-¡Vamos!
-Sí, ahora mismo.- Andaba como una marioneta.
No sabía la razón por la que lo había besado, creo que sería por las gamas de irme, me seguía gustando, no podía negarlo, le amaba.
-Kail, ¿podemos hablar’
-No, en Londres hablaremos.
-Vale.
-Alexandro, creemos que esta maleta es tuya.
-Ehh…Si, esa es mi maleta.
-Vale, venga ya podemos irnos, cada uno con su compañero de habitación o compañera de habitación.
El viaje fue largo e incómodo, los dos estuvimos callados todo el rato, miré por la ventana, la cerré, no quería ver a la altura que íbamos, Alex estaba dormido, me aburría, le miré, me entraron ganas de llorar, quería volver con él, pero tengo miedo, miedo a que me volviera a traicionar, levanté la ventana, no me gusta la oscuridad, tengo fobia a demasiadas cosas, lo sé, pero no puedo hacer nada al respecto, al final me acabé  durmiendo, sabía que me observaba, lo sentía pero me encontraba cómoda.
Cuando llegamos nos separaron en dos grupos, nosotros íbamos separados, visitamos parte de Londres, él tiempo nos acompañó.
-Bueno y este es el Big Ben…-se oyó decir al guía.
No estaba de humor, no quería oírlo, mi cabeza giraba de un lado a otro, pensando en muchísimas cosas.
-Kail,…Kail, ¿Kail?
Desperté de golpe.
-¿Sigues viva?
Asentí, el guía me miraba.
-¿Has prestado atención?
-No.-Dije con un hilo de voz.
-Bueno, continuemos, quiero que prestéis atención, después haré unas preguntas que espero que sepáis contestar.

CAPÍTULO 2

Caminamos durante un buen rato, seguí sin prestar atención a lo que decía, miraba a mis lados, pero mi cabeza no prestaba atención a mi vista.
Llegamos al hotel cerca de las ocho de la tarde, me dolían las piernas, al final, el guía no realizó aquellas preguntas con las que amenazaba, me alegraba de ello. Me aproximé a recepción a recoger la llave magnética de la habitación, la verdad es que el hotel no estaba nada mal, estaba decorado con madera dorada, frente a mí un barecillo con sillones rojos de aspecto señorial, allí conversaban una pareja y algunos alumnos del instituto que habían preferido quedarse en el bar a subir a la habitación, cogí el ascensor para subir, no sabía que me esperaba allí, y a veces no quería saberlo, busqué la llave que encontré en mi bolsillo, me aseguré de que estaba en la habitación correcta y abrí, miré la habitación, no estaba nada mal, tenía un gran ventanal que daba a una calle bastante grande, las paredes y el suelo eran de madera, todo estaba muy bien alumbrado, junto al ventanal un par de sillones y una mesita de café alumbrada por una lámpara de pie, el baño estaba camuflado en la madera que encontré gracias al manillar, seguí con el recorrido y, no podía ser, me eché las manos a la cabeza tapándome los ojos con las manos, negué con la cabeza, no podía ser, maldito capullo, entré en el baño, el baño merecía la pena, era enorme, con una bañera, un inodoro, tenía un albornoz y unas zapatillas colgadas en la puerta, miré a un espejo grande, agaché la cabeza y me lavé la cara, me la sequé con la toalla, no me apetecía ducharme, lo haría por la ventana, él no estaba en la habitación, su guía explicaría algo más, salí del baño, cogí el pijama y volví a entrar para vestirme, me peiné y me senté en la cama a escuchar música la canción Bad day sonaba en los auriculares.
-Hola.-Dijo Alex entrando por la puerta.-¿Podemos hablar?
Me retiré los cascos y dije que lo repitiera.
-¿Podemos hablar?
Llevaba una bolsita pequeña en la mano.
-Sí, vale.
Se sentó al lado mío.
-Lo primero, lo siento, no pretendía ser tan creído, desde siempre he sido así y no creía que esto pudiera perjudicarme, ahora me he dado cuenta, lo siento por lo de Carla, no pretendía… bueno no pretendía nada de lo que ocurrió, lo siento, te lo puedo repetir cuanto tiempo quieras, quiero arreglarlo, vengo a pedirte una segunda oportunidad, si te volviera a hacer daño desapareceré, si no me la quieres dar haré exactamente lo mismo.
Se produjo un largo silencio, no respondí, quería dársela, pero no estaba segura de nada, mi mano empezó a producir un temblor constante, me suele ocurrir cuando me pongo nerviosa y él lo sabía, creo que se percató de ello.
-Te he comprado esto.-Me lo dio.-Creo que te gustará.
Lo abrí cuidadosamente intentando no romper el papel, abrí la cajita que contenía el regalo, en él había un colgante  con la letra ‘’K’’ realizada en diamante.
-No puedo aceptar esto.-Dije seria.
-¿Te gusta?
-No deberías…
-Da igual, ¿Te gusta?
-Sí.
-¿Quieres que te lo ponga?
Asentí con la cabeza, se colocó detrás de mí y con mucho mimo me colocó el colgante.
-¿Está bien?
-Asentí otra vez con la cabeza.
-Me alegro que te guste.
Una lágrima cruzó mi mejilla.
-¿Qué pasa? ¿No te gusta?
-Sí, si me gusta, he echado tanto de menos esto, te he echado tanto de menos…
Alex sonrió.
-Yo también te he echado de menos…
Me abrazó por la espalda.
-No me abandonaras ¿verdad?-Dije susurrándole.
-Nunca.
Los dos sonreímos, me acerqué poco a poco a sus labios y empecé a notar su respiración cerca de mí, y nos fundimos en un beso, lento, suave, otro más, y entre uno y otro un te quiero…
-Ven.-Alex se levantó de la cama.
-Pero no podemos salir, es ya de noche.
-Ah, espera ya lo arreglo yo- y salió corriendo por la puerta.
Sonreí, feliz. Volvió a los cinco minutos.
-Ale, vámonos.
No hay remedio, salí corriendo tras de él, una limusina nos esperaba en la puerta.

CAPÍTULO 3

Más tarde estábamos en las puertas de un centro comercial.
-A estas horas las tiendas están cerradas.
-Ya me he encargado yo de que no, pequeña princesa bienvenida a tu reino.
Abrí mucho los ojos.
-¿Enserio?
Asintió.
-Vamos, corre.
Y corríamos cogidos de la mano en busca de cualquier tienda.
-Ven, entra.
-¡Pero si es carísima!
-¿Y qué?
Sonreí.
-Gracias mi príncipe.-Me puse de puntillas y le di un beso.-Gracias.
-Gracias a ti, vamos, entra.
-Mira, ¿este te gusta?
-Sí.
Era un vestido largo, negro con lentejuelas y un escote pronunciado, me acerqué al mostrador para probármelo, me quedaba perfecto, al mirar la etiqueta me quedé de piedra, era demasiado caro.
-Te queda perfecto. ¿Lo quieres?
-No.
-¿No te gusta?
-Me encanta.
-¿Entonces?
-Es muy caro.
Alex soltó una carcajada.
-¿Quieres probarte algo más?
Me encogí de hombros y anduve en busca de algo para comprar.
-¡Alex!
-Dime.
-Ven.
Alex vino por detrás.
-Pruébatelo si quieres.
-Pero… mira el precio.
Alex sonrió.
-Princesa Kaeline usted no tiene problema con el dinero no se preocupe.
Resoplé.-Vale.
Entré al probador, me volví a desnudar, pero cuando iba a coger el vestido Alex corrió la cortina.
-¿Has…? Ups-Y volvió a cerrar la cortina corriendo.
-No pasa nada, puedes entrar.
-Eme…no, necesitas tu intimidad.
-¡Entra!
-¡No!
Kaeline saca una mano por la cortina y le agarra de la camisa trayéndoselo hacia dentro.
-No pienso mirar.- Dijo tapándose la cara con las manos.
-Pues entonces no vas a ver lo precioso que me queda el vestido.
Alex asoma un ojo entre uno de sus dedos, al ver que iba vestida quita sus manos.
-¿Por qué no has salido?
-Quería hacerte pasar un mal rato.-Y solté una carcajada.
-Vamos sal.
Salí del probador, di dos vueltas sobre mí misma, era un vestido verde militar, de tela de camisa y con una cadenita de oro a la cintura, el vestido era muy mono, me sentía mal por Alex, iba a liquidar su tarjeta de crédito.
-¿Te gusta cariño?
-Me encanta.
-Te amo.
Él sonrió.
-Y yo, ¿mira te gusta este vestido?
-Mmm, espera me lo pruebo.
Entré otra vez me puse el vestido, me quedaba bastante bien pero quizá demasiado provocativo, era un vestido rojo, bastante corto, entallado y de tirantes, salí de el probador.
-Vale, a mí me gusta.
-Pues ale, vamos a pagarlo.
Sonreí, definitivamente, le iba a vaciar la tarjeta.
-Vamos a la tienda de joyas y te compras algo que te pegue con la ropa.
-Vale.
Cogidos de la mano íbamos camino de una joyería.
-Esta me gusta.
-Vale, venga, entremos.

-Buenas, ¿Qué desean?-Dijo con acento inglés.
-Hola, veníamos a buscar un collar para un vestido verde militar y otro rojo.
-Vale, a ver tengo aquí.-Y se agachó desapareciendo bajo el mostrador.-Si, aquí está, bueno, creo que lo que más favorecería sería un dorado para cualquiera de los dos vestidos, tengo estos modelos para un collar cortito.-Dijo dejando sobre el mostrador tres collares dorados, uno que llevaba una especie de carámbanos, otro llevaba diamantes incrustados en el oro y un collar simulando el cuello de una camisa, también de oro con pequeñitas incrustaciones de diamante.
-Esto debe de ser muy caro Alex.
-Sí, si lo es.-Dijo la dependienta sinceramente.
-No pasa nada Kaeline, ¿Cuál es el que más te gusta?
-Este.-Dije señalando al collar que simulaba el cuello de una camisa.
-Vale, ¿alguno más?
Negué con la cabeza.
-Ah, bueno.-Dijo la dependienta.- Con el verde puede ir algún collar de piedras preciosas, tengo…, creo que tengo…, esperad, puede estar por aquí…, no… parece que no…, bueno quizás…, si…, si…, está aquí…-Se agachó a coger el collar.-Pues este es el que tengo.-Era un collar que poseía unas piedras verdes oscuras rodeadas de un borde dorado y una cadenita también dorado.
-Este me gusta mucho.-Dijo Alex.
-¿Cuál de los dos me cojo?
-Los dos, están los dos preciosos.
-Pero…
-No pasa nada, pues póngame estos dos si es usted muy amable.
-Vale, muchas gracias por su compra.
-¿Pero, estás loco?-Dije una vez fuera de la tienda.
-Es que estaban muy bonitos los dos.
-Pero es una barbaridad, Alex eso te debe haber costado una cantidad millonaria, estás loco.
-Bueno vamos a alguna tienda de zapatos para ponerte con el vestido.
-Venga vale.
Seguimos caminando en dirección a una zapatería sobre la  que había oído hablar Alex.
-Entra.
Entramos los dos juntos, era una tienda muy grande recubierta de zapatos hasta en el sitio más recóndito de aquella estancia.
-Mira Kail.
Dijo señalando un zapato de tacón de aguja dorado.
-Este te puede ir con cualquiera de los dos, es bastante bonito.
Asentí.
-Pruébatelo.
Me senté en el sillón de la tienda y me probé el tacón, me quedaba muy bien y pegaba perfectamente con cualquiera de los dos vestidos.
-Bueno y hay que mirar otro para el vestido negro.
-Ah, mira este me gusta.
Era otro tacón negro básico muy alto.
-Sí, está bastante bien.
-Vamos a la heladería tengo hambre.
 CAPÍTULO 3

Más tarde estábamos en las puertas de un centro comercial.
-A estas horas las tiendas están cerradas.
-Ya me he encargado yo de que no, pequeña princesa bienvenida a tu reino.
Abrí mucho los ojos.
-¿Enserio?
Asintió.
-Vamos, corre.
Y corríamos cogidos de la mano en busca de cualquier tienda.
-Ven, entra.
-¡Pero si es carísima!
-¿Y qué?
Sonreí.
-Gracias mi príncipe.-Me puse de puntillas y le di un beso.-Gracias.
-Gracias a ti, vamos, entra.
-Mira, ¿este te gusta?
-Sí.
Era un vestido largo, negro con lentejuelas y un escote pronunciado, me acerqué al mostrador para probármelo, me quedaba perfecto, al mirar la etiqueta me quedé de piedra, era demasiado caro.
-Te queda perfecto. ¿Lo quieres?
-No.
-¿No te gusta?
-Me encanta.
-¿Entonces?
-Es muy caro.
Alex soltó una carcajada.
-¿Quieres probarte algo más?
Me encogí de hombros y anduve en busca de algo para comprar.
-¡Alex!
-Dime.
-Ven.
Alex vino por detrás.
-Pruébatelo si quieres.
-Pero… mira el precio.
Alex sonrió.
-Princesa Kaeline usted no tiene problema con el dinero no se preocupe.
Resoplé.-Vale.
Entré al probador, me volví a desnudar, pero cuando iba a coger el vestido Alex corrió la cortina.
-¿Has…? Ups-Y volvió a cerrar la cortina corriendo.
-No pasa nada, puedes entrar.
-Eme…no, necesitas tu intimidad.
-¡Entra!
-¡No!
Kaeline saca una mano por la cortina y le agarra de la camisa trayéndoselo hacia dentro.
-No pienso mirar.- Dijo tapándose la cara con las manos.
-Pues entonces no vas a ver lo precioso que me queda el vestido.
Alex asoma un ojo entre uno de sus dedos, al ver que iba vestida quita sus manos.
-¿Por qué no has salido?
-Quería hacerte pasar un mal rato.-Y solté una carcajada.
-Vamos sal.
Salí del probador, di dos vueltas sobre mí misma, era un vestido verde militar, de tela de camisa y con una cadenita de oro a la cintura, el vestido era muy mono, me sentía mal por Alex, iba a liquidar su tarjeta de crédito.
-¿Te gusta cariño?
-Me encanta.
-Te amo.
Él sonrió.
-Y yo, ¿mira te gusta este vestido?
-Mmm, espera me lo pruebo.
Entré otra vez me puse el vestido, me quedaba bastante bien pero quizá demasiado provocativo, era un vestido rojo, bastante corto, entallado y de tirantes, salí de el probador.
-Vale, a mí me gusta.
-Pues ale, vamos a pagarlo.
Sonreí, definitivamente, le iba a vaciar la tarjeta.
-Vamos a la tienda de joyas y te compras algo que te pegue con la ropa.
-Vale.
Cogidos de la mano íbamos camino de una joyería.
-Esta me gusta.
-Vale, venga, entremos.

-Buenas, ¿Qué desean?-Dijo con acento inglés.
-Hola, veníamos a buscar un collar para un vestido verde militar y otro rojo.
-Vale, a ver tengo aquí.-Y se agachó desapareciendo bajo el mostrador.-Si, aquí está, bueno, creo que lo que más favorecería sería un dorado para cualquiera de los dos vestidos, tengo estos modelos para un collar cortito.-Dijo dejando sobre el mostrador tres collares dorados, uno que llevaba una especie de carámbanos, otro llevaba diamantes incrustados en el oro y un collar simulando el cuello de una camisa, también de oro con pequeñitas incrustaciones de diamante.
-Esto debe de ser muy caro Alex.
-Sí, si lo es.-Dijo la dependienta sinceramente.
-No pasa nada Kaeline, ¿Cuál es el que más te gusta?
-Este.-Dije señalando al collar que simulaba el cuello de una camisa.
-Vale, ¿alguno más?
Negué con la cabeza.
-Ah, bueno.-Dijo la dependienta.- Con el verde puede ir algún collar de piedras preciosas, tengo…, creo que tengo…, esperad, puede estar por aquí…, no… parece que no…, bueno quizás…, si…, si…, está aquí…-Se agachó a coger el collar.-Pues este es el que tengo.-Era un collar que poseía unas piedras verdes oscuras rodeadas de un borde dorado y una cadenita también dorado.
-Este me gusta mucho.-Dijo Alex.
-¿Cuál de los dos me cojo?
-Los dos, están los dos preciosos.
-Pero…
-No pasa nada, pues póngame estos dos si es usted muy amable.
-Vale, muchas gracias por su compra.
-¿Pero, estás loco?-Dije una vez fuera de la tienda.
-Es que estaban muy bonitos los dos.
-Pero es una barbaridad, Alex eso te debe haber costado una cantidad millonaria, estás loco.
-Bueno vamos a alguna tienda de zapatos para ponerte con el vestido.
-Venga vale.
Seguimos caminando en dirección a una zapatería sobre la  que había oído hablar Alex.
-Entra.
Entramos los dos juntos, era una tienda muy grande recubierta de zapatos hasta en el sitio más recóndito de aquella estancia.
-Mira Kail.
Dijo señalando un zapato de tacón de aguja dorado.
-Este te puede ir con cualquiera de los dos, es bastante bonito.
Asentí.
-Pruébatelo.
Me senté en el sillón de la tienda y me probé el tacón, me quedaba muy bien y pegaba perfectamente con cualquiera de los dos vestidos.
-Bueno y hay que mirar otro para el vestido negro.
-Ah, mira este me gusta.
Era otro tacón negro básico muy alto.
-Sí, está bastante bien.
-Vamos a la heladería tengo hambre.




CAPÍTULO 4
-¿Qué desean?
-Un helado extra-grande.
-¿De cuántos sabores?
-Seis.-Dije enseguida sonriendo.
-Pues seis.-Repitió Alex.
-Díganme ustedes los sabores que desean.
-Yo elijo primera.-Dije con voz de niña.-Mmm… una bola de melón.
-No me gusta el melón.-Dijo Alex interrumpiéndome.
-Te aguantas.-Dije pícara.-Bueno sigo, otro de fresa…
-Tampoco... bueno déjalo.
-Y otro de sandía.
-Me toca, uno de vainilla, otra bola de nata y una de chocolate.
El empleado se alejó en dirección al interior de la heladería.
-¿Cariño me das un beso?
-No.-Cruza los brazos y hace pucheritos.
Me levanté y me coloqué detrás de él.
-Cariño no te enfades después te gustaran.
Se giró y me besó, después dio dos palmaditas en su falda, me senté sobre él y coloqué una pierna a cada lado, empecé a besarle apasionadamente, nos fundimos en una persona, poco a poco nuestra respiración se aceleró, me sentía distinta, era la primera vez que me ocurría algo así, supongo que para Alex no.
-¿Cariño, estas bien?
Asentí con la cabeza sonriendo.
-Que lo disfrutéis.
Cogí un poco de helado de fresa con el dedo y se lo coloqué en la nariz.
-¡Eh!
-Tranquilo yo te limpio.
Me puse cerca de él y le di un besito en la nariz llenando todos mis labios de helado.
-¿Quieres probar?
Negó.
-¿Por qué?
-No me gusta la fresa.
No hice caso de su comentario y empecé a besarle, esta vez más dulcemente, enamorada.
-No me abandones.-Le dije susurrando al oído.
-No te voy a abandonar.
Me separé un poquito de él, le miré a los ojos, volví a rodearle con los brazos y a besarle, él era mi sueño, estuvimos tonteando con el helado hasta que nos pringamos los dos.
-¡Vámonos!
-¿Por qué?
-Voy llena de manchas.
-Ah, eso tiene remedio, ven.- Y salió corriendo.
-¡Pero cariño, la cuenta!-Dije gritando, negué con la cabeza al ver que no venía, saqué una carterita y pagué el helado.
Le alcancé corriendo, hasta que llegamos a una tienda de ropa, esta vez más informal.
-¿Entramos?
Asentí.
-Vale-
Entramos cogidos de la mano, miramos toda la ropa y me acabé comprando una camiseta ancha de la cerveza Duff  y unos shorts vaqueros altos, tras esto volvimos otra vez al hotel.
-Estoy hecha polvo.-Dije zambulléndome sobre la cama.
-He recogido varias cositas que has ido desechando.
-¿Qué?
Me alargó un par de bolsas azules metálico, abrí el primer regalo, era un conjunto que había estado viendo en una de las tiendas, era una camisa rosa, unos vaqueros con un doblado abajo y un collar dorado simulando plumas, el segundo regalo eran dos pares de Vans una de ellas tenía un estampado de tigre y otra era azul marino, lisa; el tercer regalo era un anillo de oro con un diamante enorme en medio; y el cuarto era una corona de oro blanco  bastante bonita.
-Esto está preparado especialmente para su majestad.
-Dios mío, Alex te has vuelto loco, no puedo aceptar esto, te habrás quedado en la ruina.
-¿Quieres que te la ponga?
Asentí con la cabeza.
Se arrodilló, y como si de la reina de Inglaterra se tratara me colocó la preciosa corona.
Tocaron al timbre de la habitación.
-¡THOMAS!- Mi vida daría la vuelta ahora.
CAPÍTULO 5:
Me giré para ver a Alex, él sabía a qué me refería, asintió. Salí al pasillo y entorné la puerta tras de mí.
-¿Podemos hablar?
-Si es rápido mejor.
-¿Estás saliendo con él?
-No creo que seas el tipo de persona a quien se lo debería contar.
-No le amas.
-Lo sabrás tú.
-Lo sé.
-Vale, ya está, no le amo ¿puedo volver a mi habitación?
-¿Entonces por qué estás con él y no conmigo?
-Porque quiero.
-No le amas.
-Déjame en paz. –Me giré para abrir la puerta, pero me cogió del brazo.
-Por favor hazme caso.
No contesté, abrí la puerta y entré en la habitación, Álex estaba sentado en el borde de la cama, me miraba pero no decía nada, se le notaba preocupado.
-¿Nos vamos a dormir
-Vale.
Entré en el baño y me cambié, me peiné, me eché unas cremitas y me hice una trenza.
-¿Te queda mucho?
Desde que entré Alex se ha estado comportando distante. Salí.
- ¿Qué te pasa?-Dije dulcemente.
-Nada.
-Vamos, ¿no estarás celoso?
-No.
Le besé.
-Solo te quiero a ti.
Asintió y se metió en el cuarto de baño.
Esto va a acabar fatal, me senté en la cama, no debería haber salido. Me tiré en la cama t empecé a gritar sin acordarme de que Alex seguía en la habitación. Él salió corriendo del baño y se sentó al lado mío, iba tapado simplemente por una toalla.
-¿Qué te ha pasado?
-Lo siento… lo siento… -Dije sollozando.
-Tranquila.-Dijo con voz melosa.-Vamos a dormir.
Se levantó, me ayudó a levantarme, abrió las sabanas y después me tapó y me dio un dulce beso de buenas noches, apagó la luz y lo vi volviendo al baño a vestirse y me dormí.
Me levanté, vi a Alex, estaba durmiendo, entré en el baño me vestí y bajé a recoger el desayuno, por el camino me encontré con Thomas, me sonrió, pasé de él y fui a recoger el volumen, notaba que venía tras de mí, me tocó el culo,  me giré rápidamente y le pegué un bofetón.
-¿Qué haces?
Se acercó a mi boca y me besó una y otra vez, no me retiré, quería pero no podía, iba contra mi voluntad, pasó a mi cuello me besaba sensualmente, me dejé llevar, fuimos besándonos hasta su habitación, empezó a quitarme la ropa hasta que quedé en ropa interior y nos zambullimos en la cama.
Me desperté de golpe, miré a mi alrededor, era todavía de noche, Álex dormía a mi lado, me relajé respiré hondo y me volví a dormir.
A la mañana siguiente, la luz me despertó por completo, Álex ya estaba vestido y me sonreía con una enorme sonrisa.

-Buenos días princesa.