PEQUEÑA PRINCESITA
Buff…
-¡Mama!
-¿Qué quieres?
-¿Está todo preparado?
-¡Sii!
-¡Vale!
Va a ser el peor verano de mi vida, lo presiento, pero ahora debería
centrarme en el viaje de estudios que me espera en Londres, aunque con una
persona que pasé los mejores años de mi vida y todo se jodió por una chica que
tonteó con el… no merece la pena seguir pensando en ello, bueno pues en ese
intento desesperado de volver a conquistarme como si nada hubiese pasado pidió
que nos pusieran en la misma habitación.
-Vamos, acéptalo todavía te gusto, lo sé.
-Eres un maldito creído, rico, tu lo jodiste no intentes arreglarlo con las
primeras idioteces que se te pasen por la cabeza.
-¡Ehh! Eso ha dolido, pero perdona, no vas a encontrar otro yo por ahí
suelto deseando de estar contigo.
-Bah paso de ti…- dije sin mirarlo a la cara, y seguí andando.
-No puedes, vas conmigo en la habitación.-Sonrió, pícaro.-eso es tentador.
Me giré, le miré a sus preciosos ojos azules y le pegué un
manotazo.-¡Guarro!-segó andando ahora a paso rápido.
-No te pases gata furiosa, todo sabemos que va a ocurrir algo más en ese
hotel que solo la habitación va a presenciar.
-Será tu muerte.-Dije levantando un poco la voz.
-Shh no grites, que nos mira todo el mundo.
Esta vez me paré en seco y me giré para mirarle.-¿Sabes? Ya me arruinaste
la vida, he perdido mucho tiempo en ti, pero este viaje no me lo estropeas.
-Viaje con destino a Londres en cinco minutos será el embarque.
Me di la vuelta y empecé a andar. Qué más quisiera él ser todo lo que cree
ser, puse cara de asco y aceleré. Por su culpa llego tarde, es que porqué le
tienes que hacer caso Kaeline, a lo lejos se divisa la gran cola en la que
muchos chicos empiezan ya a desesperarse.
Me acerqué y me puse en la fila. Un profesor pasó contando a las personas
de la cola.
-Kaeline, ¿y Alexsandro?
56444t98-Ni lo sé ni me importa.- Dije frunciendo el ceño.
-Kaeline, ve a buscarlo.
-¡No profesor!
-Kaeline, o vas a buscarlo o te quedas sin viaje.
-Pues me quedo sin viaje.
-A ver Kaeline.-Dice con naturalidad.-Alex no está aquí, y tu eres su
compañera de habitación, así que tienes que ir a por él.
Resoplé, asco ¿Porqué? Yo no quiero ser su compañera, bah ya no hay manera
de arreglarlo.
-¿Puedo dejar aquí la maleta?
-Si, claro.
Resoplé otra vez.
Eché a andar y al girar la esquina, sorpresa.
-¡Vamos! ¿Qué haces ahí parado?
-No.
-¿Qué?
-Que no me voy.
-¿Ahora qué pasa?
-Dame un beso.
-¿Qué?¡No!
-¿Por qué?
-Me estas sacando de quicio.
-Estoy intentando arreglarlo.
-Pues ese no es el modo.
-Ya, pero quiero un beso.
Me acerqué a su mejilla y antes de poder dárselo, giró la cabeza y me
plantó un beso en la boca. Me separé rápidamente.
-¿¡Que haces!?
-Darte un beso.
-¡¡Pero tu estás loco!!
-Por ti.
-Ohh que bonito señor cursi.
Sonrió.
-Ya tienes ese beso, vamos.
-Ya te he dicho muchas veces que no grites que nos mira todo el mundo.
-Vale señor alexandro. ¿Podemos irnos ya?
-Mmm, no.
-¡¡Joder!!¿Ahora qué pasa?
-Que se me ha perdido la maleta.
-La tienes ahí.
-No, esta es la de la ropa.
-Entonces, ¿La otra de qué era?
-Tengo dos.
-Vale, vamos con el profesor, posiblemente él la tenga.-Dije
intentando aparentar calma-
Torció un poco el gesto.
-Dame otro beso.
Me acerqué a él y le di un beso.
-¡Vamos!
-Sí, ahora mismo.- Andaba como una marioneta.
No sabía la razón por la que lo había besado, creo que sería por las gamas
de irme, me seguía gustando, no podía negarlo, le amaba.
-Kail, ¿podemos hablar’
-No, en Londres hablaremos.
-Vale.
-Alexandro, creemos que esta maleta es tuya.
-Ehh…Si, esa es mi maleta.
-Vale, venga ya podemos irnos, cada uno con su compañero de habitación o
compañera de habitación.
El viaje fue largo e incómodo, los dos estuvimos callados todo el rato,
miré por la ventana, la cerré, no quería ver a la altura que íbamos, Alex
estaba dormido, me aburría, le miré, me entraron ganas de llorar, quería volver
con él, pero tengo miedo, miedo a que me volviera a traicionar, levanté la
ventana, no me gusta la oscuridad, tengo fobia a demasiadas cosas, lo sé, pero
no puedo hacer nada al respecto, al final me acabé durmiendo, sabía que
me observaba, lo sentía pero me encontraba cómoda.
Cuando llegamos nos separaron en dos grupos, nosotros íbamos separados,
visitamos parte de Londres, él tiempo nos acompañó.
-Bueno y este es el Big Ben…-se oyó decir al guía.
No estaba de humor, no quería oírlo, mi cabeza giraba de un lado a otro,
pensando en muchísimas cosas.
-Kail,…Kail, ¿Kail?
Desperté de golpe.
-¿Sigues viva?
Asentí, el guía me miraba.
-¿Has prestado atención?
-No.-Dije con un hilo de voz.
-Bueno, continuemos, quiero que prestéis atención, después haré unas
preguntas que espero que sepáis contestar.
CAPÍTULO 2
Caminamos durante un buen rato, seguí sin prestar atención a lo que decía,
miraba a mis lados, pero mi cabeza no prestaba atención a mi vista.
Llegamos al hotel cerca de las ocho de la tarde, me dolían las piernas, al
final, el guía no realizó aquellas preguntas con las que amenazaba, me alegraba
de ello. Me aproximé a recepción a recoger la llave magnética de la habitación,
la verdad es que el hotel no estaba nada mal, estaba decorado con madera
dorada, frente a mí un barecillo con sillones rojos de aspecto señorial, allí
conversaban una pareja y algunos alumnos del instituto que habían preferido
quedarse en el bar a subir a la habitación, cogí el ascensor para subir, no
sabía que me esperaba allí, y a veces no quería saberlo, busqué la llave que
encontré en mi bolsillo, me aseguré de que estaba en la habitación correcta y
abrí, miré la habitación, no estaba nada mal, tenía un gran ventanal que daba a
una calle bastante grande, las paredes y el suelo eran de madera, todo estaba
muy bien alumbrado, junto al ventanal un par de sillones y una mesita de café
alumbrada por una lámpara de pie, el baño estaba camuflado en la madera que
encontré gracias al manillar, seguí con el recorrido y, no podía ser, me eché
las manos a la cabeza tapándome los ojos con las manos, negué con la cabeza, no
podía ser, maldito capullo, entré en el baño, el baño merecía la pena, era
enorme, con una bañera, un inodoro, tenía un albornoz y unas zapatillas
colgadas en la puerta, miré a un espejo grande, agaché la cabeza y me lavé la
cara, me la sequé con la toalla, no me apetecía ducharme, lo haría por la
ventana, él no estaba en la habitación, su guía explicaría algo más, salí del
baño, cogí el pijama y volví a entrar para vestirme, me peiné y me senté en la
cama a escuchar música la canción Bad day sonaba en los
auriculares.
-Hola.-Dijo Alex entrando por la puerta.-¿Podemos hablar?
Me retiré los cascos y dije que lo repitiera.
-¿Podemos hablar?
Llevaba una bolsita pequeña en la mano.
-Sí, vale.
Se sentó al lado mío.
-Lo primero, lo siento, no pretendía ser tan creído, desde siempre he sido
así y no creía que esto pudiera perjudicarme, ahora me he dado cuenta, lo
siento por lo de Carla, no pretendía… bueno no pretendía nada de lo que
ocurrió, lo siento, te lo puedo repetir cuanto tiempo quieras, quiero
arreglarlo, vengo a pedirte una segunda oportunidad, si te volviera a hacer
daño desapareceré, si no me la quieres dar haré exactamente lo mismo.
Se produjo un largo silencio, no respondí, quería dársela, pero no estaba
segura de nada, mi mano empezó a producir un temblor constante, me suele
ocurrir cuando me pongo nerviosa y él lo sabía, creo que se percató de ello.
-Te he comprado esto.-Me lo dio.-Creo que te gustará.
Lo abrí cuidadosamente intentando no romper el papel, abrí la cajita que
contenía el regalo, en él había un colgante con la letra ‘’K’’ realizada
en diamante.
-No puedo aceptar esto.-Dije seria.
-¿Te gusta?
-No deberías…
-Da igual, ¿Te gusta?
-Sí.
-¿Quieres que te lo ponga?
Asentí con la cabeza, se colocó detrás de mí y con mucho mimo me colocó el
colgante.
-¿Está bien?
-Asentí otra vez con la cabeza.
-Me alegro que te guste.
Una lágrima cruzó mi mejilla.
-¿Qué pasa? ¿No te gusta?
-Sí, si me gusta, he echado tanto de menos esto, te he echado tanto de
menos…
Alex sonrió.
-Yo también te he echado de menos…
Me abrazó por la espalda.
-No me abandonaras ¿verdad?-Dije susurrándole.
-Nunca.
Los dos sonreímos, me acerqué poco a poco a sus labios y empecé a notar su
respiración cerca de mí, y nos fundimos en un beso, lento, suave, otro más, y
entre uno y otro un te quiero…
-Ven.-Alex se levantó de la cama.
-Pero no podemos salir, es ya de noche.
-Ah, espera ya lo arreglo yo- y salió corriendo por la puerta.
Sonreí, feliz. Volvió a los cinco minutos.
-Ale, vámonos.
No hay remedio, salí corriendo tras de él, una limusina nos esperaba en la
puerta.
CAPÍTULO 3
Más tarde estábamos en las puertas de un centro comercial.
-A estas horas las tiendas están cerradas.
-Ya me he encargado yo de que no, pequeña princesa bienvenida a tu reino.
Abrí mucho los ojos.
-¿Enserio?
Asintió.
-Vamos, corre.
Y corríamos cogidos de la mano en busca de cualquier tienda.
-Ven, entra.
-¡Pero si es carísima!
-¿Y qué?
Sonreí.
-Gracias mi príncipe.-Me puse de puntillas y le di un beso.-Gracias.
-Gracias a ti, vamos, entra.
-Mira, ¿este te gusta?
-Sí.
Era un vestido largo, negro con lentejuelas y un escote pronunciado, me
acerqué al mostrador para probármelo, me quedaba perfecto, al mirar la etiqueta
me quedé de piedra, era demasiado caro.
-Te queda perfecto. ¿Lo quieres?
-No.
-¿No te gusta?
-Me encanta.
-¿Entonces?
-Es muy caro.
Alex soltó una carcajada.
-¿Quieres probarte algo más?
Me encogí de hombros y anduve en busca de
algo para comprar.
-¡Alex!
-Dime.
-Ven.
Alex vino por detrás.
-Pruébatelo si quieres.
-Pero… mira el precio.
Alex sonrió.
-Princesa Kaeline usted no tiene problema
con el dinero no se preocupe.
Resoplé.-Vale.
Entré al probador, me volví a desnudar,
pero cuando iba a coger el vestido Alex corrió la cortina.
-¿Has…? Ups-Y volvió a cerrar la cortina
corriendo.
-No pasa nada, puedes entrar.
-Eme…no, necesitas tu intimidad.
-¡Entra!
-¡No!
Kaeline saca una mano por la cortina y le
agarra de la camisa trayéndoselo hacia dentro.
-No pienso mirar.- Dijo tapándose la cara
con las manos.
-Pues entonces no vas a ver lo precioso
que me queda el vestido.
Alex asoma un ojo entre uno de sus dedos,
al ver que iba vestida quita sus manos.
-¿Por qué no has salido?
-Quería hacerte pasar un mal rato.-Y solté
una carcajada.
-Vamos sal.
Salí del probador, di dos vueltas sobre mí
misma, era un vestido verde militar, de tela de camisa y con una cadenita de
oro a la cintura, el vestido era muy mono, me sentía mal por Alex, iba a
liquidar su tarjeta de crédito.
-¿Te gusta cariño?
-Me encanta.
-Te amo.
Él sonrió.
-Y yo, ¿mira te gusta este vestido?
-Mmm, espera me lo pruebo.
Entré otra vez me puse el vestido, me
quedaba bastante bien pero quizá demasiado provocativo, era un vestido rojo,
bastante corto, entallado y de tirantes, salí de el probador.
-Vale, a mí me gusta.
-Pues ale, vamos a pagarlo.
Sonreí, definitivamente, le iba a vaciar
la tarjeta.
-Vamos a la tienda de joyas y te compras
algo que te pegue con la ropa.
-Vale.
Cogidos de la mano íbamos camino de una
joyería.
-Esta me gusta.
-Vale, venga, entremos.
-Buenas, ¿Qué desean?-Dijo con acento
inglés.
-Hola, veníamos a buscar un collar para un
vestido verde militar y otro rojo.
-Vale, a ver tengo aquí.-Y se agachó
desapareciendo bajo el mostrador.-Si, aquí está, bueno, creo que lo que más
favorecería sería un dorado para cualquiera de los dos vestidos, tengo estos
modelos para un collar cortito.-Dijo dejando sobre el mostrador tres collares
dorados, uno que llevaba una especie de carámbanos, otro llevaba diamantes
incrustados en el oro y un collar simulando el cuello de una camisa, también de
oro con pequeñitas incrustaciones de diamante.
-Esto debe de ser muy caro Alex.
-Sí, si lo es.-Dijo la dependienta
sinceramente.
-No pasa nada Kaeline, ¿Cuál es el que más
te gusta?
-Este.-Dije señalando al collar que
simulaba el cuello de una camisa.
-Vale, ¿alguno más?
Negué con la cabeza.
-Ah, bueno.-Dijo la dependienta.- Con el
verde puede ir algún collar de piedras preciosas, tengo…, creo que tengo…,
esperad, puede estar por aquí…, no… parece que no…, bueno quizás…, si…, si…,
está aquí…-Se agachó a coger el collar.-Pues este es el que tengo.-Era un
collar que poseía unas piedras verdes oscuras rodeadas de un borde dorado y una
cadenita también dorado.
-Este me gusta mucho.-Dijo Alex.
-¿Cuál de los dos me cojo?
-Los dos, están los dos preciosos.
-Pero…
-No pasa nada, pues póngame estos dos si
es usted muy amable.
-Vale, muchas gracias por su compra.
-¿Pero, estás loco?-Dije una vez fuera de
la tienda.
-Es que estaban muy bonitos los dos.
-Pero es una barbaridad, Alex eso te debe
haber costado una cantidad millonaria, estás loco.
-Bueno vamos a alguna tienda de zapatos
para ponerte con el vestido.
-Venga vale.
Seguimos caminando en dirección a una
zapatería sobre la que había oído hablar Alex.
-Entra.
Entramos los dos juntos, era una tienda
muy grande recubierta de zapatos hasta en el sitio más recóndito de aquella
estancia.
-Mira Kail.
Dijo señalando un zapato de tacón de aguja
dorado.
-Este te puede ir con cualquiera de los
dos, es bastante bonito.
Asentí.
-Pruébatelo.
Me senté en el sillón de la tienda y me
probé el tacón, me quedaba muy bien y pegaba perfectamente con cualquiera de
los dos vestidos.
-Bueno y hay que mirar otro para el
vestido negro.
-Ah, mira este me gusta.
Era otro tacón negro básico muy alto.
-Sí, está bastante bien.
-Vamos a la heladería tengo hambre.
CAPÍTULO 3
Más tarde estábamos en las puertas de un centro comercial.
-A estas horas las tiendas están cerradas.
-Ya me he encargado yo de que no, pequeña princesa bienvenida a tu reino.
Abrí mucho los ojos.
-¿Enserio?
Asintió.
-Vamos, corre.
Y corríamos cogidos de la mano en busca de cualquier tienda.
-Ven, entra.
-¡Pero si es carísima!
-¿Y qué?
Sonreí.
-Gracias mi príncipe.-Me puse de puntillas y le di un beso.-Gracias.
-Gracias a ti, vamos, entra.
-Mira, ¿este te gusta?
-Sí.
Era un vestido largo, negro con lentejuelas y un escote pronunciado, me
acerqué al mostrador para probármelo, me quedaba perfecto, al mirar la etiqueta
me quedé de piedra, era demasiado caro.
-Te queda perfecto. ¿Lo quieres?
-No.
-¿No te gusta?
-Me encanta.
-¿Entonces?
-Es muy caro.
Alex soltó una carcajada.
-¿Quieres probarte algo más?
Me encogí de hombros y anduve en busca de
algo para comprar.
-¡Alex!
-Dime.
-Ven.
Alex vino por detrás.
-Pruébatelo si quieres.
-Pero… mira el precio.
Alex sonrió.
-Princesa Kaeline usted no tiene problema
con el dinero no se preocupe.
Resoplé.-Vale.
Entré al probador, me volví a desnudar,
pero cuando iba a coger el vestido Alex corrió la cortina.
-¿Has…? Ups-Y volvió a cerrar la cortina
corriendo.
-No pasa nada, puedes entrar.
-Eme…no, necesitas tu intimidad.
-¡Entra!
-¡No!
Kaeline saca una mano por la cortina y le
agarra de la camisa trayéndoselo hacia dentro.
-No pienso mirar.- Dijo tapándose la cara
con las manos.
-Pues entonces no vas a ver lo precioso
que me queda el vestido.
Alex asoma un ojo entre uno de sus dedos,
al ver que iba vestida quita sus manos.
-¿Por qué no has salido?
-Quería hacerte pasar un mal rato.-Y solté
una carcajada.
-Vamos sal.
Salí del probador, di dos vueltas sobre mí
misma, era un vestido verde militar, de tela de camisa y con una cadenita de
oro a la cintura, el vestido era muy mono, me sentía mal por Alex, iba a
liquidar su tarjeta de crédito.
-¿Te gusta cariño?
-Me encanta.
-Te amo.
Él sonrió.
-Y yo, ¿mira te gusta este vestido?
-Mmm, espera me lo pruebo.
Entré otra vez me puse el vestido, me
quedaba bastante bien pero quizá demasiado provocativo, era un vestido rojo,
bastante corto, entallado y de tirantes, salí de el probador.
-Vale, a mí me gusta.
-Pues ale, vamos a pagarlo.
Sonreí, definitivamente, le iba a vaciar
la tarjeta.
-Vamos a la tienda de joyas y te compras
algo que te pegue con la ropa.
-Vale.
Cogidos de la mano íbamos camino de una
joyería.
-Esta me gusta.
-Vale, venga, entremos.
-Buenas, ¿Qué desean?-Dijo con acento
inglés.
-Hola, veníamos a buscar un collar para un
vestido verde militar y otro rojo.
-Vale, a ver tengo aquí.-Y se agachó
desapareciendo bajo el mostrador.-Si, aquí está, bueno, creo que lo que más
favorecería sería un dorado para cualquiera de los dos vestidos, tengo estos modelos
para un collar cortito.-Dijo dejando sobre el mostrador tres collares dorados,
uno que llevaba una especie de carámbanos, otro llevaba diamantes incrustados
en el oro y un collar simulando el cuello de una camisa, también de oro con
pequeñitas incrustaciones de diamante.
-Esto debe de ser muy caro Alex.
-Sí, si lo es.-Dijo la dependienta
sinceramente.
-No pasa nada Kaeline, ¿Cuál es el que más
te gusta?
-Este.-Dije señalando al collar que
simulaba el cuello de una camisa.
-Vale, ¿alguno más?
Negué con la cabeza.
-Ah, bueno.-Dijo la dependienta.- Con el
verde puede ir algún collar de piedras preciosas, tengo…, creo que tengo…,
esperad, puede estar por aquí…, no… parece que no…, bueno quizás…, si…, si…,
está aquí…-Se agachó a coger el collar.-Pues este es el que tengo.-Era un
collar que poseía unas piedras verdes oscuras rodeadas de un borde dorado y una
cadenita también dorado.
-Este me gusta mucho.-Dijo Alex.
-¿Cuál de los dos me cojo?
-Los dos, están los dos preciosos.
-Pero…
-No pasa nada, pues póngame estos dos si
es usted muy amable.
-Vale, muchas gracias por su compra.
-¿Pero, estás loco?-Dije una vez fuera de
la tienda.
-Es que estaban muy bonitos los dos.
-Pero es una barbaridad, Alex eso te debe
haber costado una cantidad millonaria, estás loco.
-Bueno vamos a alguna tienda de zapatos
para ponerte con el vestido.
-Venga vale.
Seguimos caminando en dirección a una
zapatería sobre la que había oído hablar Alex.
-Entra.
Entramos los dos juntos, era una tienda
muy grande recubierta de zapatos hasta en el sitio más recóndito de aquella
estancia.
-Mira Kail.
Dijo señalando un zapato de tacón de aguja
dorado.
-Este te puede ir con cualquiera de los
dos, es bastante bonito.
Asentí.
-Pruébatelo.
Me senté en el sillón de la tienda y me
probé el tacón, me quedaba muy bien y pegaba perfectamente con cualquiera de
los dos vestidos.
-Bueno y hay que mirar otro para el
vestido negro.
-Ah, mira este me gusta.
Era otro tacón negro básico muy alto.
-Sí, está bastante bien.
-Vamos a la heladería tengo hambre.
CAPÍTULO 4
-¿Qué desean?
-Un helado extra-grande.
-¿De cuántos sabores?
-Seis.-Dije enseguida sonriendo.
-Pues seis.-Repitió Alex.
-Díganme ustedes los sabores que desean.
-Yo elijo primera.-Dije con voz de
niña.-Mmm… una bola de melón.
-No me gusta el melón.-Dijo Alex
interrumpiéndome.
-Te aguantas.-Dije pícara.-Bueno sigo,
otro de fresa…
-Tampoco... bueno déjalo.
-Y otro de sandía.
-Me toca, uno de vainilla, otra bola de
nata y una de chocolate.
El empleado se alejó en dirección al
interior de la heladería.
-¿Cariño me das un beso?
-No.-Cruza los brazos y hace pucheritos.
Me levanté y me coloqué detrás de él.
-Cariño no te enfades después te gustaran.
Se giró y me besó, después dio dos
palmaditas en su falda, me senté sobre él y coloqué una pierna a cada lado,
empecé a besarle apasionadamente, nos fundimos en una persona, poco a poco
nuestra respiración se aceleró, me sentía distinta, era la primera vez que me
ocurría algo así, supongo que para Alex no.
-¿Cariño, estas bien?
Asentí con la cabeza sonriendo.
-Que lo disfrutéis.
Cogí un poco de helado de fresa con el
dedo y se lo coloqué en la nariz.
-¡Eh!
-Tranquilo yo te limpio.
Me puse cerca de él y le di un besito en
la nariz llenando todos mis labios de helado.
-¿Quieres probar?
Negó.
-¿Por qué?
-No me gusta la fresa.
No hice caso de su comentario y empecé a
besarle, esta vez más dulcemente, enamorada.
-No me abandones.-Le dije susurrando al
oído.
-No te voy a abandonar.
Me separé un poquito de él, le miré a los
ojos, volví a rodearle con los brazos y a besarle, él era mi sueño, estuvimos
tonteando con el helado hasta que nos pringamos los dos.
-¡Vámonos!
-¿Por qué?
-Voy llena de manchas.
-Ah, eso tiene remedio, ven.- Y salió
corriendo.
-¡Pero cariño, la cuenta!-Dije gritando,
negué con la cabeza al ver que no venía, saqué una carterita y pagué el helado.
Le alcancé corriendo, hasta que llegamos a
una tienda de ropa, esta vez más informal.
-¿Entramos?
Asentí.
-Vale-
Entramos cogidos de la mano, miramos toda
la ropa y me acabé comprando una camiseta ancha de la cerveza Duff y unos shorts vaqueros altos, tras esto
volvimos otra vez al hotel.
-Estoy hecha polvo.-Dije zambulléndome
sobre la cama.
-He recogido varias cositas que has ido
desechando.
-¿Qué?
Me alargó un par de bolsas azules
metálico, abrí el primer regalo, era un conjunto que había estado viendo en una
de las tiendas, era una camisa rosa, unos vaqueros con un doblado abajo y un
collar dorado simulando plumas, el segundo regalo eran dos pares de Vans una de
ellas tenía un estampado de tigre y otra era azul marino, lisa; el tercer
regalo era un anillo de oro con un diamante enorme en medio; y el cuarto era
una corona de oro blanco bastante
bonita.
-Esto está preparado especialmente para su
majestad.
-Dios mío, Alex te has vuelto loco, no
puedo aceptar esto, te habrás quedado en la ruina.
-¿Quieres que te la ponga?
Asentí con la cabeza.
Se arrodilló, y como si de la reina de
Inglaterra se tratara me colocó la preciosa corona.
Tocaron al timbre de la habitación.
-¡THOMAS!- Mi vida daría la vuelta ahora.
CAPÍTULO 5:
Me giré para ver a
Alex, él sabía a qué me refería, asintió. Salí al pasillo y entorné la puerta
tras de mí.
-¿Podemos hablar?
-Si es rápido mejor.
-¿Estás saliendo con
él?
-No creo que seas el
tipo de persona a quien se lo debería contar.
-No le amas.
-Lo sabrás tú.
-Lo sé.
-Vale, ya está, no le
amo ¿puedo volver a mi habitación?
-¿Entonces por qué
estás con él y no conmigo?
-Porque quiero.
-No le amas.
-Déjame en paz. –Me
giré para abrir la puerta, pero me cogió del brazo.
-Por favor hazme
caso.
No contesté, abrí la
puerta y entré en la habitación, Álex estaba sentado en el borde de la cama, me
miraba pero no decía nada, se le notaba preocupado.
-¿Nos vamos a dormir
-Vale.
Entré en el baño y me
cambié, me peiné, me eché unas cremitas y me hice una trenza.
-¿Te queda mucho?
Desde que entré Alex
se ha estado comportando distante. Salí.
- ¿Qué te pasa?-Dije
dulcemente.
-Nada.
-Vamos, ¿no estarás
celoso?
-No.
Le besé.
-Solo te quiero a ti.
Asintió y se metió en
el cuarto de baño.
Esto va a acabar
fatal, me senté en la cama, no debería haber salido. Me tiré en la cama t empecé
a gritar sin acordarme de que Alex seguía en la habitación. Él salió corriendo
del baño y se sentó al lado mío, iba tapado simplemente por una toalla.
-¿Qué te ha pasado?
-Lo siento… lo siento…
-Dije sollozando.
-Tranquila.-Dijo con
voz melosa.-Vamos a dormir.
Se levantó, me ayudó
a levantarme, abrió las sabanas y después me tapó y me dio un dulce beso de
buenas noches, apagó la luz y lo vi volviendo al baño a vestirse y me dormí.
Me levanté, vi a
Alex, estaba durmiendo, entré en el baño me vestí y bajé a recoger el desayuno,
por el camino me encontré con Thomas, me sonrió, pasé de él y fui a recoger el
volumen, notaba que venía tras de mí, me tocó el culo, me giré rápidamente y le pegué un bofetón.
-¿Qué haces?
Se acercó a mi boca y
me besó una y otra vez, no me retiré, quería pero no podía, iba contra mi
voluntad, pasó a mi cuello me besaba sensualmente, me dejé llevar, fuimos besándonos
hasta su habitación, empezó a quitarme la ropa hasta que quedé en ropa interior
y nos zambullimos en la cama.
Me desperté de golpe,
miré a mi alrededor, era todavía de noche, Álex dormía a mi lado, me relajé
respiré hondo y me volví a dormir.
A la mañana
siguiente, la luz me despertó por completo, Álex ya estaba vestido y me sonreía
con una enorme sonrisa.
-Buenos días princesa.